Tierra en el mar y en sus infinitas olas que se mueven al compás. Tierra en las nubes que forman el alisio contra los verticales precipicios. Tierra en el verde de la laurisilva y también tierra entre el pinar dormido que mira al sur.
Tierra en el sonido de un timple, en el retumbar del tambor o en el entrechocar de las chácaras. Tierra en unas folías y su algarabía, tierra en un arrorró y en las manos que con amor mecen la cuna.
Tierra cuando le dices adiós y aún más tierra al saber que vas a volver. Tierra en el recuerdo del viejo y su bastón golpeando en la empedrada calle. Tierra en las casas blancas con ventanas azules entreabiertas al caer la tarde.
Tierra en un silbido y en los reflejos granate de un vaso de vino. Tierra entre las parras de la medianía y en el gesto cansado de la abuela tras una vida dando cariño. !Ay, siempre tierra!
Tierra en la maresía con sabor a sal, tierra en la bruma blanca y fresca de la cumbre. Tierra entre barrancos y riscos que repiten el eco cuando gritas tierra, tierra, tierra…
Tierra en los recuerdos de cuando chico y también tierra en el futbolín que existe en el olvido. Tierra en el abrazo indescriptible del abuelo y tierra en cada segundo de risas con los amigos.
Tierra en la magia del horizonte azul y tierra en el zurrón del gofio, que colgado de la pared, espera paciente la próxima parranda. Tierra en una romería y aún más tierra en la sonrisa de su romera. Y quizás en febrero, durante el carnaval, te disfrazarás con purpurina de color tierra.
Tierra entre volcanes y ríos de lava. Tierra en las noches estrelladas de agosto. Tierra en la fiesta del pueblo y tierra en cada abrazo tras un reencuentro.
Y así una interminable descripción de detalles que te hacen única e irrepetible. Sí, hablo de ti, tierra, que me acompañas desde el momento en que nací, porque tú ya estabas ahí para meterte bajo mi piel.
!Ay, tierra, tierra, tierra!